Nace de la memoria: de esos momentos despreocupados en los que una mano infantil alcanzaba las herramientas del abuelo, y sobre el viejo banco de trabajo aparecían trozos de madera. De ellos surgían formas extrañas, torpes, pero llenas de un significado interior. No por el resultado, sino por el propio proceso: apasionado, vibrante, genuino sin concesiones.
Tottolo no es solo un nombre. Es un sonido de un lenguaje infantil imaginario, donde cualquier palabra podía convertirse en una forma. Suena como un salto, como una risa, como el intento de equilibrarse en una silla con una pata corta. En esa palabra hay suavidad, picardía y libertad.
Las patas de Tottolo no fueron dibujadas con compás, sino esculpidas con alegría. No siguen la lógica: siguen la mano que sentía curiosidad. En esta mesa no hay “correcto”, pero sí hay valentía y vida. No fue hecha como debía ser, sino como quiso ser.
Tottolo habla de algo esencial: la creatividad comienza cuando desaparece el miedo a equivocarse. Cuando puedes actuar con intuición, hacer cosas desiguales, mezclar colores sin límites — y precisamente ahí, encontrar la forma.
Diseño: Levantin Studio (designer: Lvov Sergei).